Gustavo Cerati murió a los 55 años el pasado 4 de
septiembre, alrededor de las 10 de la mañana en la clínica ALCLA de Buenos
Aires, donde permanecía internado desde el 7 de junio pasado, luego de haber
sufrido un accidente cerebrovascular en mayo de 2010. En pocos minutos la
noticia empezó a circular en Twitter y en un par de horas los principales
portales de noticias la ratificaban tras la confirmación por parte del Dr. Gustavo Barbalace, Director Médico de la clínica.
Luego del mediodía la televisión y la radio comenzaban a hablar del tema y las
redes sociales conformaban un espacio en el que los medios tradicionales
difundían información al respecto y el público en general comenzaba a expresar
sus condolencias. Durante la tarde una multitud comenzaba a congregarse en la
puerta del sanatorio para acompañar al músico. Mientras, “Gustavo Cerati” eran
las palabras más repetidas en redes sociales y
subían las búsquedas en Google aún en mayor medida de los que lo habían
hecho en octubre de 2010.
Los restos mortales del cantante fueron velados en la Legislatura
Porteña. A los funerales asistieron familiares y amigos, muchos de ellos
vinculados al mundo de la música, como Charly García y Andrés Calamaro. Además,
una multitud de fans acompañó el cortejo hasta el Panteón de Músicos del
Cementerio de la Chacarita. En vivo las imágenes eran transmitidas en
televisión. Casi simultáneamente podían encontrarse ya videos que las
reproducían en YouTube.
Los días siguientes se sucedieron homenajes en distintos ámbitos. El
fallecimiento del líder de Soda Stereo fue un hecho que, sin duda, ha conmovido
a la sociedad. Si bien no fue sorpresivo sino esperado más tarde o más
temprano, tuvo un fuerte impacto emocional en sus seguidores y en la sociedad
en general. Los medios de comunicación tradicionales prepararon spots y
programas especiales y las redes sociales fueron otra vez el canal de expresión
de amigos, fans y público, quienes produjeron múltiples formas de discursos
para homenajearlo[1].
Esta forma compleja de circulación de información y discursos, emitidos por diferentes actores y atravesando diferentes plataformas digitales de comunicación, es propia de lo que el norteamericano Henry Jenkins llamó “convergencia mediática”. Ésta es un nuevo paradigma, “el flujo de contenido a través de múltiples plataformas mediáticas, la cooperación entre múltiples industrias mediáticas y el comportamiento de las audiencias mediáticas”[2], que, según Jenkins, “fomenta la participación y la inteligencia colectiva”[3] al requerir que los usuarios (ya no consumidores) interactúen y construyan discursos sociales en un proceso de “inteligencia colectiva”.
[1] Lo mismo había pasado ante la muerte de otros artistas populares. Desde
Carlos Gardel hasta Rodrigo y Gilda o el reciente caso de Luis Alberto Spineta.
[2] Jenkins, Henry,
“Introducción”, en Convergence Culture.La cultura de la convergencia de los medios de comunicación. Barcelona,
Paidós, 2008. pp. 14.